Detección precoz en primera persona

El 19 de octubre se celebra el día mundial de lucha contra el cáncer de mama.

 

En nuestro país, 1 de cada 8 mujeres tuvo, tiene o va a tener esta enfermedad en algúna etapa de su vida. Hasta el momento, la mejor forma de ganarle a esta enfermedad es la detección temprana. Dos pacientes diagnosticadas a tiempo relatan sus vivencias.

“Yo he sido afortunada. Quisiera que todas las mujeres lo fueran”, asevera Patricia. Puede que a muchas personas les resulte extraña esta afirmación viniendo de una mujer que actualmente está realizando quimioterapia para combatir un cáncer de mama y tiene aún por delante radioterapia y varios años de tratamiento con medicación como terapia complementaria, pero ella lo ratifica: “Mi esquema de quimioterapia es mínimo… si el tumor hubiera progresado, sería mucho más agresivo. El diagnóstico a tiempo me cambió la vida, pero sobre todo el futuro…”

Al igual que Patricia, Mechi también se encuentra en tratamiento, ya que a los 44 años le detectaron cáncer de mama: “Ahora estoy tomando una medicación vía oral y cada tres meses me tengo que dar una inyección, y si bien me siento cansada, estoy agradecida de estar viva. El diagnóstico a tiempo permite ganarle a la enfermedad, es supervivencia”.

La detección temprana permite implementar técnicas de tratamiento que logran controlar en forma más efectiva el cáncer de mama, obteniendo altísimas posibilidades de sobrevida, y en muchas ocasiones con una remisión completa de la enfermedad. “En general, las tasas de supervivencia son mayores para las mujeres con cánceres diagnosticados en sus inicios, variando altamente a medida que pasan los años”, explica la doctora Dolores Mansilla, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM), quien destaca que “el estadio de la enfermedad está ligado al tamaño del tumor y a las posibilidades de que se haya diseminado en otras partes del cuerpo, y si bien estos son dos de los factores más influyentes en el pronóstico - es decir, en la probabilidad que tiene cada paciente de evolucionar de una manera más o menos favorable- también interfieren las características biológicas del tumor, la edad y el estado de salud de la paciente antes del desarrollo del cáncer de mama. El pronóstico de cada mujer es específico según su patología y características personales.”

La mamografía es la herramienta idónea para el diagnóstico precoz del cáncer de mama, ya que permite detectar lesiones aún cuando no son palpables (nódulo y calcificaciones), que se traduce en una disminución - científicamente comprobada - de la mortalidad por cáncer de mama en todos los países del mundo. “Existen otros métodos de diagnósticos por imágenes, como la ecografía y la resonancia magnética, que nos brindan datos o detalles adicionales a los hallados en la mamografía y a su vez aportan información que no se obtiene en el estudio radiográfico de la mama. Estos métodos complementarios se utilizan según las características de la mama y de la paciente”, detalla la mastóloga y recuerda que la SAM recomienda a todas las mujeres asintomáticas y sin antecedentes de cáncer de mama realizar una mamografía anual a partir de los 40 años. Al respecto, Mechi comenta: “Siempre me hice los controles de manera regular, y cuando hace 15 años me detectaron microcalcificaciones (nódulos y quistes benignos), por recomendación de mi médico pasamos de un contro anual a una mamografía y ecografía mamaria dos veces al año.”

Patricia siempre fue muy responsable con sus controles mamarios anuales ya que tenía antecedentes familiares directos (su madre había sido diagnosticada a los 58 años), hasta que en el 2014 los pospuso al verse abocada al cuidado de la salud de su padre y su marido, ambos con severos problemas cardíacos: “En enero de este año, cuando concluí los estudios postergados, apareció la sospecha que luego se confirmó como un cáncer de mama. He sido una mujer muy afortunada porque aún habiendo suspendido mis chequeos por dos años no me perjudicó enormemente, pero soy conciente que pudo haber sido una verdadera tragedia”, confiesa.

Tanto para Patricia como para Mechi, el pronóstico era óptimo ya que en ambos casos el tumor se había detectado en estadios iniciales, sin embargo, el momento de recibir el diagnóstico fue muy difícil para ambas: “La primera reacción fue asustarme: tenía miedo a morirme y sufrir, eso fue lo primero que se me cruzó por la cabeza. Mi papá es médico y ni bien llegué de hacerme los estudios le pregunté si tenía chances de vivir, porque si no ¡no me hacía nada!”, recuerda Mercedes. Patricia relata: “Al ver el informe, incluso antes de la consulta con el mastólogo, le comuniqué la novedad a mi esposo y a continuación fui a ver a mi peluquero para planificar soluciones en caso de que tuviera que hacer quimioterapia. Recién cuando tuve la certeza del diagnóstico, hablé con mis cuatro hijos para comunicárselos dándoles la expectativa positiva que tenía dado que mi pronóstico era bueno. Lo mismo hice con mis hermanos… pero se lo oculté a mi padre, de 96 años en ese momento. También decidí comunicárselos a mis amigos más íntimos, siempre diciendo la verdad pero con expectativa positiva.”

Hay muchos tipos de tratamiento para el cáncer de mama, y en general las pacientes reciben una combinación de terapias tales como: cirugía, radioterapia, tratamientos con sustancias que bloquean el efecto de las hormonas femeninas, quimioterapia u algún otro tipo de terapia llamadas "blanco o target". La especialista en Mastología doctora Verónica Sanchotena, miembro de la SAM, explica: “El procedimiento que se indica depende de muchos factores, pero principalmente de cuán avanzado esté el cáncer al momento del diagnóstico. La detección en estadios iniciales nos permite muchas veces realizar cirugías que conservan la mama y los ganglios axilares, así como también utilizar tratamientos posteriores menos agresivos.”

La quimioterapia es el tratamiento que más angustia genera en las pacientes debido a los efectos secundarios que produce. Si bien muchos de éstos pueden prevenirse o controlarse, otros, como la caída del cabello, no pueden evitarse. “Cada persona y cada tratamiento son diferentes, por eso no siempre es posible saber cómo repercutirá cada terapia en una paciente determinada. Algunas se sienten bastante bien y pueden mantener su rutina habitual, mientras que otras se sienten más cansadas. Asimismo, los efectos secundarios muchas veces no se mantienen durante todo el tratamiento sino sólo en los días cercanos a la administración de la medicación; y a su vez, pasados varios días, muchas alteraciones se revierten (por ejemplo, la caída de los glóbulos blancos)”, aclara Sanchotena.

“Lo más difícil fue la caída del pelo… ¡es terrible! Fue por lo que más lloré… Me había encargado una peluca, pero igual me veía disfrazada. Entonces, para no verme pelada nunca, tapé todos los espejos”, cuenta Mechi y agrega: “Durante la quimioterapia me ayudó mucho la compania de otras mujeres que estaban pasando por lo mismo. Junto a ellas y a Laurita, una enfermera, nos divertíamos mucho y eso hizo que la situación fuera menos traumante. Los primeros días me sentía muy mal, todo me daba asco y no comía, si bien tomaba mucha agua. Me quedaba en la cama y recién cuando me empezaba a sentir mejor, comenzaba a comer: quería que los análisis del laboratorio me dieran bien para no retrasar el tratamiento. ¡Y así fue! Siempre salieron bien, más allá de que igualmente perdí peso. Durante ese período no pude continuar con mi vida habitual, ni laboral ni social. Limité las salidas a ir a hacerme las terapias y a las consultas con los médicos. Tampoco compartí con mucha gente lo que estaba atravesando, sólo con mi familia y mi mejor amiga… la verdad no quería que nadie me mirara con lástima ni que me preguntaran a cada rato ‘¿cómo estás?’.”


Patricia recientemente terminó el cuarto de los seis ciclos planificados de quimioterapia, y al respecto manifiesta: “Me canso un poco más de lo habitual. Como soy responsable y me cuido, cancelé parte de lo que eran mis tareas cotidianas, pero continúo con mucho de lo que es rutinario y con cosas que son de mi interés y deseo. Hasta ahora tolero muy bien la quimio: náuseas no he tenido nunca, el pelo se me cayó un poquito, y si bien tengo que tener algunos cuidados con la dieta, no son tan difíciles.”

Más allá de momentos de intensa angustia y malestar físico, lograr un estado anímico positivo es fundamental para sobrellevar el tratamiento, por eso Mercedes considera que “lo más importante es no desanimarse, tener una buena actitud, ¡ponerle mucha onda hace la diferencia!… Sé que hay momentos donde tocás fondo, pero es ahí donde sacás fuerzas: elevás la mirada y ves que hay posibilidades de salir adelante.”

Patricia concluye su relato con un fuerte mensaje para todas las mujeres, recordando la importancia de los controles anuales: “Hacerse la mamografía abre la posibilidad de la cura… Nos ocupa sólo un ratito en el año ¡y permite un presente y un futuro súper amplios! Nadie les va a encontrar nada que no tengan, pero cuando el cáncer se detecta de manera precoz cambia tanto la perspectiva que no hay que tener temor: hay que se resolutivas y buscar siempre la mejor solución.”

Asesoramiento:

Dra. María Dolores Mansilla - MN 136109 - Miembro de la Sociedad Argentina de Mastología - Médica Mastóloga del Instituto de Oncología Angel H. Roffo (UBA).

Dra. Verónica Sanchotena - MN114425 - Miembro de la Sociedad Argentina de Mastología - Médica Mastóloga del Hospital Municipal de Oncología Marie Curie.

Testimoniales:

Patricia Casanova (60 años).

Mercedes “Mechi” Denda (45 años).

Argentina, octubre de 2016

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